El origen (científico) del planeta de los simios

Aprovechando el reciente estreno en cines de la película El Origen del Planeta de los Simios, voy a hablaros un poco de estos primos lejanos del ser humano. Ya hablamos hace tiempo de la inteligencia de los chimpancés, y del hecho de que eran capaces de aprender el lenguaje de signos y utilizarlo para mentir y hacer poesía, sin embargo, la inteligencia de estos primates con los que compartimos el 98% de nuestro ADN va mucho más allá.

Al igual que los seres humanos, los chimpancés tienen conciencia de sí mismos, capacidad simbólica y una cultura que transmiten de generación en generación. En definitiva, tienen muchos de los rasgos que se atribuyen a la definición del hombre. De hecho, tenemos tantas cosas en común con ellos, que las pocas diferencias que nos quedan vienen dadas por un único suceso: los homínidos abandonaron los bosques para adentrarse en la sabana y se pusieron de pie, mientras que los chimpancés se mantuvieron en los bosques y siguieron siendo cuadrúpedos y arborícoras. A partir de ese punto, el desarrollo de ambas especies se modificó y permitió que cada una desarrollara su masa cerebral de una manera distinta, cada uno se adapto al medio en el que vivía. 

La inteligencia de los chimpancés se compara con la de un niño de cuatro años. De hecho, en un experimento del Instituto Max Plank de Alemania, llamado el «cacahuete flotante», se entregaba a un grupo de niños de esa edad y a unos chimpancés una probeta con una nuez dentro y un vaso de agua. A iguales condiciones, animales y niños alcanzaron aciertos similares. Pero no aprenden igual. Los niños imitan a los que saben, el mono improvisa con creatividad. Y en pruebas numéricas en las que está en juego la memoria visual, como recordar en orden la posición de números que desaparecen en una pantalla, incluso han obtenido puntuaciones superiores a las de estudiantes universitarios.

Entre algunas de sus otras increíbles habilidades encontramos que los chimpancés son capaces de desarrollar herramientas sin que nadie les haya enseñado previamente utilizando el sistema de ensayo y error, incluso han llegado a desarrollar herramientas multiusos, que sirven para varias ocasiones. Además gozan de una cultura bastante activa, pues lo aprendido por los padres es transmitido a los hijos gracias a la educación que estos les proporcionan. Suena muy humano, ¿verdad?. También son seres sociales que crean estrechos vínculos de amistad y amor, incluso podemos hablar de amistad entre primates o duelo y tristeza tras la muerte de alguno de los individuos del grupo. Además tienen total consciencia de sí mismos (se reconocen delante de un espejo) e incluso de la consciencia de los demás seres que les rodean.

En definitiva, estos animales  están tan cerca de ser humanos que el hecho de cazarlos bien podría considerarse asesinato. Esto le hace a uno pensar, que los animales no son menos que los seres humanos, sino todo lo contrario...

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